En el tapiz multicolor que conforma la riqueza cultural de México, el estado de Chiapas destaca como un mosaico de tradiciones, costumbres y rituales que reflejan la diversidad de sus pueblos originarios. Entre estas manifestaciones, el carnaval emerge como una celebración emblemática que fusiona lo festivo con lo ancestral, lo comunitario con lo espiritual. Con
En el tapiz multicolor que conforma la riqueza cultural de México, el estado de Chiapas destaca como un mosaico de tradiciones, costumbres y rituales que reflejan la diversidad de sus pueblos originarios. Entre estas manifestaciones, el carnaval emerge como una celebración emblemática que fusiona lo festivo con lo ancestral, lo comunitario con lo espiritual.
Con la llegada del 2024, las calles de distintos municipios chiapanecos se visten de fiesta para dar lugar a una serie de carnavales tradicionales, cuyas fechas y rituales varían según la localidad. El Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas ha compilado una lista con las fechas específicas para este año, revelando así la diversidad y la extensión temporal de estas celebraciones.
El calendario carnavalesco inicia en San Juan Cancuc el 26 de enero, extendiéndose hasta el 7 de febrero. Le siguen Mitontic, del 3 al 5 de febrero; Tenejapa, del 4 al 16 de febrero; Tecpatán e Ixtapa, del 8 al 14 de febrero; Chalchihuitán, Chamula y Zinacantán, a partir del 9 de febrero; Rincón Chamula el día 10; y finalmente, a partir del 11 de febrero, Copainalá, Huixtán, Las Rosas, Ocotepec, Sabanilla, Ocozocoautla, San Fernando, Suchiapa, Tila y Venustiano Carranza.
Es importante destacar que cada municipio imprime su sello particular a estas festividades, con fechas específicas y una variedad de actividades que reflejan la idiosincrasia de cada comunidad. Algunos eventos se extienden por varios días, mientras que otros se concentran en un corto periodo de tiempo.
¿Pero qué es realmente el carnaval para estas comunidades indígenas, campesinas o rurales? Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, la concepción del carnaval dista mucho de la imagen festiva y desenfrenada que se asocia con ciudades como Mazatlán o Veracruz. Para estos pueblos originarios, el carnaval es mucho más que una celebración: es un momento de renovación, un ritual que marca el inicio de un nuevo ciclo en la naturaleza y en la vida misma.
«El carnaval es una fiesta de renovación que da inicio a un nuevo ciclo, es una representación del desorden original que debe ser vencido para que el orden y la vida puedan subsistir, para que el hombre pueda seguir su curso con el favor de los dioses», señala un artículo sobre los principales carnavales del estado de Chiapas.
En este contexto, el carnaval se convierte en un espacio sagrado donde se entrelazan lo terrenal y lo divino, lo festivo y lo ceremonial, en una danza ancestral que honra la conexión del ser humano con la naturaleza y con lo trascendental. Así, más allá de las máscaras y los disfraces, el carnaval en Chiapas emerge como un testimonio vivo de la riqueza cultural y espiritual de sus pueblos originarios, una celebración que trasciende el tiempo y el espacio, renovando cada año el vínculo sagrado entre el hombre y el cosmos.
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